San Pablo se ha convertido en un fortín para el CAR Coanda. El equipo sevillano convence, suma su tercera victoria consecutiva como local y ya es octavo.
Las grandes historias son una suma de detalles insignificantes. Frente a otro histórico del rugby nacional, el CAR Coanda estaba obligado a demostrar que las victorias del ayer no fueron fruto del azar. El C.R. Liceo Francés, rival directo en esa liga paralela de la media tabla, parecía llegar en un momento de forma óptico tras un agónico e inesperado triunfo frente a Marbella. Pero en la capital de Andalucía saben mucho de garra, empuje y valor.
El césped de San Pablo se convirtió en un cuadrilátero donde tantear al oponente. Durante quince minutos, el marcador permaneció inmóvil al son de dos escuadras incapaces de dar un paso al frente y asestar el primer envite. Si ante Industriales sufrieron desde la touche, era mandatorio que el CAR Coanda se resarciese a través de un lanzamiento fallido cazado por Khalil Kudsi. El segunda línea conseguía hacerse con el ovalado y, como casi siempre, el capitán Echecopar hizo las veces de apisonadora para anotar el primer tanto del encuentro. Lanzamiento de Monedutti y siete a cero bajo el sol de Sevilla.
Son los detalles los que marcan la diferencia. Del eterno rival y ahora en las filas del conjunto madrileño, el ex jugador del Ciencias Guillermo Bolaños estaba a punto de convertirse en una pesadilla para los Amigos. Bolaños encontró en el tímido espacio entre la línea de cal y el terreno de juego a su mejor aliado. Velocidad punta, cambios de ritmo y un contrapié exquisito para retratar a un conjunto arlequinado que no consiguió derribarlo. Siete a cinco para los locales con la amenaza latente en una banda. Minuto veintiséis y hasta el sol enmudecía.
El intercambio de golpes pasó a ser un monólogo del Liceo Francés. Aupados por la adrenalina del tanto, los colegiales instauraron su dictadura en terreno rival. La grada enmudecía a medida que el maul madrileño percutía camino al ensayo. No iba a fallar el pateador en esta ocasión para aumentar la distancia hasta los cinco puntos.
La paciencia es la madre de todos los detalles. En esto de las guerras psicológicas, un ensayo antes del descanso puede cambiar por completo el rumbo de un partido. De paciencia sabe mucho Joaquín González. También Luke Petherick, todo picaresca neozelandesa. El árbitro señala golpe de castigo en una melé. Petherick consigue recuperarla y la grada contempla, atónita, el final del primer tiempo. Hubo ser alguien de la casa el que corriese la banda sorteando rivales. González, Inchu en el hogar, devolvía el golpe al Liceo y a Bolaños. Catorce a doce para el CAR Coanda.
Tardó Fernando Raposo, árbitro del encuentro, en ingresar al césped. Lo esperaba un inquieto Echecopar en terreno madrileño. Lo avisaba el capitán arlequinado con la mirada. Patada de inicio de Monedutti para recuperar el oval en un exquisito ejercicio defensivo. Jugada clásica de la línea de tres cuartos para habilitar el ensayo de Echecopar. El error en el lanzamiento de Monedutti establecía un cálido 19-12 para los locales.
No estaba dispuesto el Liceo Francés a claudicar sin presentar batalla. Recortaba distancias con un golpe de castigo en el minuto cinco. Conseguirían la ventaja poco después gracias al apertura Carlos Cuerdas, que aprovechaba el despiste defensivo de Martín Monedutti para adelantar a su equipo por un punto. El propio zaguero, en un intento de subsanar el error, convertiría un golpe de castigo para adelantar al CAR 24-22.
Una nueva recuperación permitía tomar oxígeno a los sevillanos. La entrada de Íñiguez aportó fluidez a un paquete de delanteros con la misión de habilitar el juego a la mano. Otra internada de Joaquín González empeñado en dominar el ala para anotar el segundo en su cuenta particular. Con un rédito de cinco puntos de ventaja, los de José Ignacio Moreno no concedieron ni un segundo de alivio. El ansia del triunfo se materializó en tarjeta amarilla a Maesso, joven promesa que dejaba a su equipo con un hombre menos hasta el final del partido.
Las grandes historias son una suma de detalles insignificantes. Un jugador menos, el sol que se oculta y sume un estadio en el cruel frío de principios de noviembre. Un equipo que juega en superioridad numérica y la ejecuta a la perfección. San Pablo estallando de júbilo con el tropiezo de un pateador que vivirá por siempre en ese medio segundo de caída al vacío. La defensa hercúlea sobre la línea de ensayo. Las agallas para no rendirse nunca y expulsar una y otra vez a los delanteros madrileños. El oval surcando el cielo gris de Sevilla y una patada que ya es parte del imaginario colectivo del CAR Coanda. Victoria, invasión de campo y Todos los días sale el sol, chipirón.
Hacer mención especial al CR Liceo Frances, Club señorial, comportamiento ejemplar. Vestuarios mejor de lo que encontrasteis. Valores, educación, rugby.
Texto: Óliver F. Bruno
Foto: J. León